viernes, 13 de abril de 2012

254 horas

Ese es el tiempo que le queda a este viaje. Como algunos de ustedes sabrán, durante mi semana en Budapest tomé en consideración todo lo que tenía en Argentina y lo poco que tengo en Europa. A eso le sumé la falta de motivación y de trabajo que hay en Europa por lo que tomé la decisión de adelantar mi regreso. Convertí una mudanza a Europa del este en un tour de dos meses alrededor de España. Y estoy muy feliz con mi decisión. Así que ahora, faltando 254 horas (un poco menos de 11 días) para mi regreso voy a empezar a relatar esta mini aventura.
Como recordarán, mi viaje empezó en Madrid donde estuve una semana. Luego de la semana en Budapest regresé a España, más específicamente a Barcelona donde estuve unos 7 días. Personalmente me gustó mucho más Barcelona que Madrid, aunque son ciudades completamente diferentes y vale la pena visitar ambas y pasar un buen rato recorriendo las avenidas, callejones, plazas y bares de tapas. España es un país con miles y miles de años de historia y por su territorio pasaron diferentes pueblos. En un principio fueron los fenicios, luego los romanos, los visigodos, los árabes y por último los católicos que con la inquisición erradicaron al resto de los pueblos de la península ibérica. 

Toda esta ida y venida de gente causó que hoy en día España sea un país sumamente heterogéneo, en todo sentido. Después de 6 semanas de recorrida les puedo decir que al ir de una parte a la otra del país, lo único que se mantiene constante es el hábito de salir de tapas, aunque lo que se sirve como tapas varía mucho de región en región, en cualquier lado se puede encontrar una tostada con jamón ibérico o el bocadillo de tortilla. Pero fuera de eso, no hay nada que se pueda considerar homogéneo en todo el país, ni siquiera el idioma. Supuestamente el español se debería hablar en todos lados, pero hay lugares (generalmente los pueblos más chicos) donde puede haber gente mayor que no lo hable o que no quiera usarlo. 






Barcelona queda en Cataluña, en la región noreste del país. Además del español se habla catalán (mejor dicho, la gente habla catalán, pero también aprenden español en el colegio, aunque como ya dije, en los pueblos más chicos quizás solo hablen catalán). Este idioma es una mezcla entre el castellano que nosotros conocemos y el francés. Aquellos que hablae francés van a encontrar las similitudes, los que no hablamos pero chamuyamos un poco, también. Si alguien quiere excluirlos de una conversación, hablando un catalán cerrado lo va a lograr. Es bastante complicado de entender si no estamos familiarizados. En cambio, al leerlo la cosa se simplifica y si van en el metro aburridos, puede ser que se entretengan un rato leyendo alguna edición del diario en catalán (o por lo menos pueden mirar las fotos).
En Barcelona van a encontrar de todo. En serio, es gigante. Tiene playas, montañas a menos de 2 horas de viaje para practicar deportes invernales, tiene un castillo, está rodeada de montes con vistas panorámicas increíbles, tiene vida nocturna absolutamente todos los días, al igual que Londres es una ciudad muy cosmopolita, llena de gente de diferentes países y culturas. Tiene construcciones de hace cientos de años y edificios super modernos. El aire que se respira allí es diferente, es una mezcla de la brisa del mar, el olor de la enorme masa de gente y de las frituras que salen de los restaurantes. El sello arquitectónico de la ciudad lo dejó un tipo llamado Gaudí. Si no saben quien fue los invito a que lo Googleen.
La biografía que nos venden es que cuando este señor era niño vivía en una granja y se sintió muy atraído a la naturaleza, los animales, las platas y las flores. Estudió detalladamente las estructuras de los troncos de los árboles, como las flores se iban abriendo y sus pétalos se separaban, los panales de las abejas, etc. O sea, si la naturaleza hace las cosas de esa forma debe ser porque funciona, todos sabemos que la naturaleza es sabia, si la celda del panal de la abeja es un hexágono, por algo será. Con los años se convirtió en un arquitecto y en todas sus obras podemos ver un estilo totalmente revolucionario que fue continuado por sus discípulos luego de su muerte.
Lo más representativo de éste hombre, entre otras cosas, se encuentra en el parque Güell, en el diseño del paseo da grácia, en la casa Batlló (foto de la izquieda), la Pedrera y en la Sagrada Familia. Este último monumento es uno de los más visitados de la ciudad de Barcelona y todavía está en construcción. Lleva más de 120 años en obra y se prevé que estará terminada alrededor del 2035. ¿Por qué tardaron tanto? Bueno, todos sabemos que los grandes monumentos que existen en nuestro mundo, como las pirámides de Egipto fueron hechos desgraciadamente con esclavos descartables. Con mano de obra barata cualquiera puede hacer cosas impresionantes. Al estar abolida la esclavitud y tener que pagarle a los obreros, la construcción sufrió varias demoras y pausas a lo largo del tiempo (es realmente inmenso y con miles de detalles, vale la pena ir y quedarse un buen tiempo apreciándolo).


Otra de las razones de la tardanza es que este tipo era tan revolucionario que no existían métodos prácticos para ejecutar lo que él dibujaba. Hubo que esperar avances tecnológicos y mejoras de diversas técnicas para poder alcanzar lo que estaba especificado en los planos. Es por esto que cuando vemos el avanze de la obra a lo largo de los años, se puede ver que al principio venía a pasitos de tortuga pero que se fue acelerando en las últimas décadas. Por último, está la leyenda de que Gaudí pretendía que cada generación le agregara algo a la Sagrada Familia y de esa forma nunca estará del todo finalizada, sino que estaría en constantes reformas. En fin, vayan, mírenla, paguen la entrada porque vale la pena, ojo con los bolsillos porque para llegar al monumento hay que eludir un cordón de pungas, y una vez adentro lean la historia y asómbrense.




Hablando de pungas, ya les comenté en un post anterior como viene la onda de los gitanos en esta ciudad y de lo paquis (como los llaman acá cariñosamente) que venden cerveza. En realidad quizás no se dan cuenta de que les quieren vender. Dicen rápidamente “¿cervesabir?”, lo que trata de ser un “Cerveza/beer” asegurándose de alcanzar tanto al mercado hispanohablante como al resto del mundo. Continué un poco más la investigación y con mi amigo agarramos a uno con las manos en la masa y aquí está el video mostrándoles como deja la cerveza cuando aparece la policía, el muchacho se hace el boludo y cuando pasa el peligro, vuelve a buscar la mercadería:




Una semana fue más o menos suficiente para llevarme una buena impresión de la ciudad, por supuesto que si uno se queda un mes encontrará cosas nuevas todos los días, pero para un viaje de 60 días, gastar más de una semana sería demasiado. Ahora sí empezaría el viaje solitario, hasta ese momento había estado con una amiga en Madrid y con mi amigo Argento en Barcelona y Lituania, pero armé mi mochila, la cargué con los 15 kg que me permite llevar Ryanair, dejé el resto del equipaje en su casa y me fui a la estación de buses para tomar un bondi a Valencia, la próxima parada de mi viaje.

jueves, 5 de abril de 2012

Csak egy kicsit tudok magyarul

Amigos! Han pasado dos semanas desde mi último post y, contestando la pregunta de varios de ustedes: No, no me han deportado sino que estas dos semanas fueron las más intensas del viaje, demasiado para hacer en poco tiempo, muchos festejos por mi cumpleaños (siempre mi cumple, pero festejado varias veces en distintas ciudades), turisteando y bueno, también hay que dormir. Recién ahora tengo unos pocos minutos para seguir relatando mi viaje.
Luego de Lituania tuve que regresar una semana a Hungría para cerrar unos temas pendientes (léase recuperar un mate, bombilla, termo y paquete de yerba que dejé allí). Tomé un vuelo de LOT, la aerolínea Polaca y volé hacia Budapest, realizando una escala en Varsovia, donde aproveché a escribir las primeras líneas del post “Un poco de meditación y más gastronomía madrileña”. Un vuelo sin problemas ni demora que si bien no era “low cost” (más bien todo lo contrario) no me dieron ni un sándwich por lo que al llegar a Budapest solo podía pensar en comer alguno de esos platos que tanto me habían enamorado 8 meses atrás.
No les voy a contar en detalle toda mi semana allí porque básicamente lo que hice fue encontrarme con amigos, dar vueltas por la ciudad, el castillo, comer comidas típicas (como los alucinantes kürtőskalács hagan click acá para ver en un video como lo hacen) y visitar algún que otro lugar que me había quedado pendiente del año pasado. Bueno, y como dije, también recuperar mi equipo de mate, por supuesto. Esto me llevó a visitar por unas horas la ciudad de Jászberény, donde estuve viviendo casi 6 meses el año pasado. Muchos de ustedes me preguntaron como era la ciudad, que se siente vivir allí y todas estas preguntas estaban respondidas en un borrador del año pasado de este blog que nunca salió a la luz por una razón o por otra. Así que voy a desempolvar esas líneas, completar un poco la información y agregarle las sensaciones de ésta última visita. El post original (escrito más o menos en marzo de 2011) decía algo así:

Con mi valija y mis dos mochilas llegué a Londres sin tener bien claro que iba a hacer mientras buscaba trabajo, ni donde iba a vivir ni con quién. Las cosas se fueron acomodando lentamente, como habrán estado leyendo, y al cabo de una serie de entrevistas me fui dando cuenta de lo que NO quería y al mismo tiempo fui conociendo gente nueva, con diferentes ideas y puntos de vista que me enriquecieron de formas que jamás hubiera logrado quedándome en mi casa mirando la vida pasar por la ventana.
Un día recibí un llamado que me proponía un proyecto corto en Hungría, en Budapest. A esa altura ya estaba un poco cansado de viajar (nota de abril 2012: ya estaba cansado en ese momento, imaginen ahora…), necesitaba la estabilidad de un trabajo, una pequeña rutina como de la que escapé en Buenos Aires, pero que al mismo tiempo alimentara un poco el bolsillo para seguir viajando cuando volvieran las ganas. Para serles sinceros, nunca supe mucho de Hungría, pero lo poco que sabía me interesaba así que en ese mismo momento acepté el trabajo, compré el pasaje aéreo y el fin de semana siguiente estaba sufriendo los eventos relatados acá y acá.


Al llegar a Hungría, el taxista en lugar de conducir hacia la ciudad, tomó la autopista en dirección oeste. Por suerte el conductor hablaba algo de inglés y cuando le pregunté hacia a donde íbamos, me mostró una dirección escrita en la ciudad de Jászberény. Así de sorprendido me quedé. Desde ese mismo momento, y por lo menos por tres meses dejaría de lado las grandes urbes como Buenos Aires o Londres para empezar a vivir en una pequeña aldea en el medio del campo húngaro. Pero en fin….si recuerdan todo lo que me tocó vivir ese fatídico domingo, el cansancio me ganaba la pulseada y me quedé dormido en el taxi.
Ahora a casi tres meses haber llegado a esta ciudad, creo que es el momento oportuno de hacer una pequeña reseña, por si en algún momento de sus vidas vienen a parar acá; evento altamente improbable ya que la ciudad tiene muy poco que ofrecer para los turistas.
Jászberény (la pronunciación sería algo como “iaasbereeñ”) es una diminuta ciudad del condado Jász-Nagykun-Szolnok en el centro de Hungría. Está a unos 100 km de Budapest y las ciudades importantes que están cerca son Hatvan y Szolnok. Cuando empecé a aprender los números en húngaro me di cuenta que hatvan significa 60 y esto no es casualidad, la estación de tren de Hatvan está exactamente a 60 km de la estación central de Budapest (Keleti). Un nombre muy original como podrán apreciar.
La ciudad fue fundada alrededor del sigo 13 por una tribu que provenía de Irán llamados los “Jász”. El húngaro es el quinto idioma más difícil de aprender en el mundo por los tiempos verbales que tiene, las formas de armar las oraciones, los mil quinientos sinónimos que existen y porque no se parece en nada al resto de los idiomas en el planeta. Los asentamientos en Hungría provinieron del centro de Asia por lo que hoy en día solamente se pueden encontrar palabras similares en un idioma hablado por los Kazahs, una tribu turca que vive por la zona de los países asiáticos que terminan en “…tán”. De yapa, un video mío hablando en húngaro (nota abril 2012: el vídeo es de febrero de 2011, mi húngaro ha mejorado considerablemente…o eso quiero creer):



El pueblito en cuestión tiene solamente 28.000 habitantes que desaparecen alrededor de las 19 horas, como pueden ver en el siguiente video:




Durante el gobierno de los Habsburgos la gente local tenía que pagar altísimos impuestos a Austria, por lo que decidieron unirse para lograr su independencia por medio del “Acto de redención”. Durante los años comunistas se construyó una cárcel en el centro de la ciudad que ahora ha sido remodelada y alberga varios negocios y un centro de fitness (al que voy yo) llamado börtönudvar (Börtön = cárcel, nudvar = patio). Así es, entreno donde antes entrenaban los reclusos anticomunistas. 

En el centro de la ciudad, en frente a la ex-prisión se encuentra la iglesia principal,  “la grande” como la llaman los locales o “la ruidosa” como la apodamos cariñosamente los del laburo. Tiene un molesto carillón que toca siempre la misma canción al dar la hora y la media hora. Lo peor de todo esto es que dura unos 5 minutos y la iglesia está a sólo 40 metros lineales de mi hotel. Por suerte este instrumento diabólico, irónicamente situado en la casa de Dios, deja de tocar alrededor de las 22 horas lo que nos permite dormir, pero arranca nuevamente a las 6:30 am! Y yo no necesito despertarme hasta las 7:15!! La mayoría simplemente se resignó y se levantan a las 6:30, salen a dar una vuelta, leer las noticias, desayunar con más tiempo, etc etc. Imagínense como será del ruido que se escucha desde la oficina a 4 km, si el viento sopla para ese lado.

Frente a la iglesia está la escuela secundaria llamada Lehel. En realidad, todo se llama Lehel en esta ciudad. Las calles, puentes, negocios, escuelas, fábricas, etc. Lehel fue el líder de una tribu que vivió por allí hace unos mil años. Hay una leyenda relacionada con él. Resulta que en algún momento de la historia los alemanes se enfrentaron con los húngaros y luego de capturar a Lehel, lo condenaron a muerte. Antes de la ejecución, le concedieron al hombre un último deseo. Lehel pidió su cuerno para hacerlo sonar por última vez. Le alcanzaron el instrumento y cuando estaba preparándose para tocarlo, se lo arrojó a su captor en la cabeza y lo mató de un cuernazo. Los guardias procedieron a ejecutar a Lehel en el acto. Esto lo hizo porque entre ellos estaba la creencia de que si matan a alguien, esa otra persona será su sirviente en la próxima vida. El cuerno original de ésta leyenda (sí, dicen que es el original) está expuesto en el museo de la ciudad al que algún día voy a visitar (Nota de abril 2012: nunca fui, jaja).
Si bien es pequeña, la ciudad es importante para los húngaros, y casi toda la gente de otras ciudades con la que charlo la conoce. No se exactamente porqué, quizás es por el festival que se realiza en verano, por la fábrica en la que yo trabajo o porque según cuenta la leyenda, los restos de Attila el Huno están en algún lugar de esta ciudad.
La ciudad vive casi en su totalidad de la fábrica en la que yo trabajo, y los que no trabajan directamente allí lo hacen indirectamente brindando servicios a los miles de trabajadores de la planta. Muy poca gente tiene actividades no relacionadas con esto y en su mayoría se concentran en actividades rurales, ya que la ciudad, como pueden ver en las fotos está rodeada de campos. Además de campos hay unas lagunas así que apenas empezó a asomarse la primavera, pedí prestada una bicicleta en el hotel, empaqué el mate en mi mejor compañera y me fui a tomar unos matecitos al costado del agua.

(De aquí en adelante, escrito en abril 2012)

La vida acá tiene otro ritmo. La gente se levanta bien temprano, van caminando o en bicicleta a sus trabajos (aunque todos tienen auto para huir de la aldea cuando se aburren), los colectivos urbanos casi no existen. Apenas vuelven de trabajar en la fábrica (a eso de las 7 pm) comen una cena y a las 10 pm ya están en la cama. Como creo que ya les conté, esto implica que después de las 8 pm aproximadamente los restaurantes cierran las cocinas y solamente sirven bebidas, por lo que los primeros días que fui al gimnasio sin ser conciente de esto tuve que cenar un yogurt y un paquete de galletitas comprados en el negocio de 24 hs.
Casi no hay vida nocturna. La gente se concentra en los “söröző”. Sör significa cerveza así que la traducción sería “lugar donde venden cerveza”. La onda de estos lugares es mínima, la gente va más que nada para emborracharse, la birra es bastante barata. Yo fui sólo a dos. Uno que tenía cierto ambiente setentoso, como tomado de alguna película yanqui en el que el pobre protagonista se pierde en algún pueblo de Omaha. Sin embargo parece que no era muy popular entre los locales ya que cerró al poco tiempo. Luego fui a otro ubicado en un sótano de una casa, que le daba una onda clandestina, donde el dueño de casa iba a buscar las bebidas a su propia heladera. Había un metegol y una rock-ola pero no me motivaron lo suficiente como para regresar.


Lo más divertido que hice en las noches de invierno (cuando todo solía estar cubierto de nieve) era ir al supermercado de 24 horas ubicado en las afueras de la ciudad, dar un pequeño paseo por adentro para acumular calor entre la campera y la piel, comprar una cerveza y tomarla afuera, al aire libre, enterrándola de vez en cuando en la nieve para que conservara el frío como si fuera necesario, mirando a las estrellas y pensando que estaría pasando en ese mismo momento en Buenos Aires.
Si bien al principio fue difícil adaptarme a éste nuevo de vida, eventualmente lo hice y a aprendí a disfrutarlo. Llegué a no extrañar tanto la gran ciudad que había dejado atrás, sobre todo cuando llegaron la primavera y el verano en los que esa fría y desértica aldea que ven en el video se convirtió en un pueblo lleno de vida, con gente colmando los cafés, heladerías y formando colas de autos en los semáforos, como si todos sus habitantes hubieran terminado de hibernar.
Al regresar este año todavía la primavera no se hacía sentir del todo y recordé las sensaciones de los primeros días, que por el sólo hecho de haber pasado hace bastante tiempo (más de una año ya), movieron un poco el corazoncito de éste Argento que les escribe. Preparé un video con el momento exacto en el que llegué a la ciudad, para que la vean con sus propios ojos como la veía yo todos los días al volver del trabajo. Espero que les guste:

lunes, 26 de marzo de 2012

Labas Lietuva

(Noviembre de 2011) “Pablo, además del viajecito al Valle de Nuria, tengo unos pasajes para irme a Lituania en marzo, ¿te prendés? Hay un castillito para hacer fotos, te va a gustar”. Así continuó la conversación con la que arrancó el post anterior. Esta vez ya no estaba tan seguro y me tomé unos días para tomar la decisión. Finalmente compré el pasaje por Ryanair (la aerolínea low cost por excelencia) y como en el caso anterior, le dije a mi amigo que se encargara de los detalles.
Después de nuestra paupérrima planificación para Valle de Nuria, nos esforzamos un poco más a la hora de elegir la ropa y ésta vez llevamos yerba y bombilla (al Valle habíamos llevado el mate pero en algún lado habíamos dejado olvidado el resto del equipo…). Mi amigo ya es todo un experto en éste país Báltico, conoce todos sus secretos, las frases básicas (Hola: 'labas' como el título del post, Chau, Gracias, Cerveza, etc) y me aseguró que esta vez sí sabía a donde estábamos yendo, solamente que nunca había ido en invierno así que no sabía que tan duro era lo que nos esperaba.
Como todos sabemos las aerolíneas son super estrictas con las restricciones de tamaño y peso de los equipajes, sobre todo las low cost. Ellas apuestan a que uno haga todo por Internet, la compra, el check-in, la impresión de la tarjeta de embarque y la compra de equipaje adicional. En caso de tener que hacer cualquiera de estas cosas en el aeropuerto, el costo de gestión puede superar al del pasaje, por ejemplo, imprimir la tarjeta de embarque en el aeropuerto sale €60 (sí, leyeron bien). O quizás el equipaje de mano supera las medidas y el peso permitido, por lo que te obligan a despacharla, cobrando la gestión correspondiente. Siempre hay que leer la letra chica porque estos viajes low cost te pueden dar una sorpresita.
Para nuestro viaje, Ryanair permitía llevar 15 kg y con ayuda de mi balanza de equipajes, de la que todos se rieron antes de irme, logramos hacer que en el aeropuerto la valija pesara exactamente 15 kg. Todo iba sobre ruedas. Subimos al avión y después de algunas discusiones con las azafatas nos acomodamos en nuestros asientos y nos preparamos para las 3 horas de vuelo que teníamos por delante. Como ya saben, no te dan nada para comer ni tomar, todo lo cobran como si estuvieras en el Sheraton, así que llevamos nuestras provisiones. Durante el vuelo no solamente pasan a ofrecerte comida, sino que a intervalos de 25 minutos aproximadamente, pasan a vender perfumes, billetes de lotería, tarjetas telefónicas, puchos que no largan humo, algo para donar a la caridad, revistas, etc etc.
Lituania tiene una hora más que el resto de Europa, por lo que adelantamos los relojes al despegar. Pero esto nos jugó una mala pasada y no nos dimos cuenta que el avión estaba tardando más de lo esperado. Según nos indicó el piloto, el viento nos había jugado una mala pasada y llegaríamos una hora más tarde….después me preguntan porqué no me gustan los aviones…. Finalmente, una hora más tarde de lo prometido, llegamos a Lituania. Cambiamos algo de dinero y partimos hacia el hostel.
Antes del viaje me imaginaba Vilna, la capital de Lituania, como una ciudad parecida a Zagreb; muy fría en ésta época del año, tanto que iba a ser imposible salir a la noche; precios bien bajos; comida buena y barata; lleno de modelos altas, rubias con ojos azul profundo, todas acompañadas por algún tipo con cara de mafioso; y un idioma complicado pero no tan incomprensible como el húngaro. Bueno, mi intuición estaba en lo correcto, era todo tal cual me lo imaginaba.
Debido a la demora del vuelo, llegamos cuando el sol ya había bajado y el frío de la noche se empezaba a sentir. El hostel estaba a unos 20 minutos caminando (30 si se está arrastrando una valija de 15 kilos). La calle estaba desierta. Cada tanto se veía a alguien paseando a su perro (habría que preguntarle al perro si quería salir a pasear con 10 grados bajo cero). Llegamos al hostel, tiramos nuestras cosas por ahí y salimos en busca de comida. No tengo palabras para explicar el frío que hacía. Pocas veces en mi vida sufrí tanto, como pueden ver en el video. Nos metimos a comer una pizza en el primer lugar que se cruzó.



Al día siguiente, ya con temperaturas sobre cero (aunque no muy distantes a él) salimos a dar una vuelta por la ciudad. Una de las mayores atracciones es el museo de la KGB, que está ubicado en el edificio en donde estaban instaladas las oficinas de la KGB en la época comunista. Se pueden ver las distintas dependencias y hasta las cárceles ubicadas en el subsuelo. Recomendable. Después cruzamos el río y, nuevamente, nos metimos en un restaurante para escaparnos del frío. Aprovechamos para pedir un poco de la comida típica Lituana. Lo que más se destaca son los “Kibinine” que son unas empanadas (así de fácil). Se pueden pedir con distintos rellenos, como ser cebolla, verduras, pero el país es bastante carnívoro por lo que las opciones más comunes son carne de vaca, de cerdo, de venado y cordero. Son un poco más grandes que las argentas y mucho más masudas.
Lo segundo que tienen que probar son los “zeppelines”. Son pequeñas granadas de la segunda guerra mundial con salsa. No se exactamente la receta, es una masa de papa bastante aceitosa con forma ovalada rellenos de carne. Si son bien machos traten de comerse dos seguidos. Me habían dicho que eran terriblemente pesados y cuando los ví no pensé que iban a ser gran cosa, pero les aseguro que el primer bocado los hace sentir satisfechos. Pidan algo de cerveza local para ayudar a bajar este manjar.

Me olvidaba, antes de probar estos platos no olviden empezar la comida pidiéndole al mozo una Šaltibarščia (se pronuncia más o menos como “shatibarshchia”). No sólo el nombre es un desafío, a simple vista es un poco chocante para el paladar argento, ya que es una sopa de color rosa, muy famosa en los países bálticos pero extremadamente rara para nosotros. Está hecha de verduras, yogurt y alguna raíz que desconozco que le da ese color. Yo no me animé a probarla, mi amigo si y dijo que tenía buen sabor (además que sobrevivió a la experiencia). Para bajar el almuerzo hicimos un pequeño paseo por el río congelado, como se ve en el video.

 

Nuestro segundo día en Lituania nos llevó a Trakai, una pequeña ciudad a unos pocos kilómetros de Vilna donde está el castillo que mi amigo me había prometido unos meses antes. Lo interesante es que este castillo está en el medio de una isla y solo se puede acceder por puentes. En realidad casi todo el pueblo está rodeado de varios lagos, lo que significa que en épocas medievales debía ser un lugar bastante seguro para vivir, protegido por éstas masas de agua. Excepto en invierno, cuando los lagos se congelan y pueden ser fácilmente cruzados a pie. Nosotros llegamos casi al final del invierno y tuvimos la suerte de que los lagos estaban casi completamente congelados. Como vimos gente caminando sobre el hielo, nos animamos y cruzamos desde el castillo hasta la otra punta del pueblo (ver el video).



El segundo atractivo de Trakai son los Kibinine. Sí, ya los habíamos comido en Vilna, pero son originarios de Trakai. En este pueblo van a degustar los mejores Kibinine de Lituania a precios londinenses. Pero bueno, ya que estábamos ahí teníamos que probar. Nos metimos en un restaurant que decía tener unos 200 años de antigüedad (foto) y pedimos kibinine de distintos tipos de carne y un par de zeppelines. Se imaginan que después de esta aventura, no podía hacer otra cosa que dormirme una alta siestadurante los 45 minutos de bus de vuelta a Vilna.
Nuestro viaje en éste país fue de modo “Express”. Estuvimos muy pocos días, pero lo suficiente para conocer las ciudades. Si alguna vez van a Vilna suban a la fortaleza para tener una buena vista de la ciudad, sáquense fotos en el puente comunista, caminen por las callecitas de tipo medieval que los van a transportar 500 años en el pasado y no se olviden de ir a Užupis. Užupis significa “del otro lado del río” y justamente es un barrio que queda cruzando un pequeño río (no el que estaba congelado en el video anterior).
Este barrio tiene una onda Palermosa, solía ser un criadero de ratas pero de a poco los tipos más bohemios se fueron instalando ahí y ahora está lleno de restaurants y bares de última moda; y todos los wannabe se quieren mudar ahí. Cuando crucen el río van a ver un cartel que dice “Bienvenidos a la República de Užupis”. En 1997 a modo de joda se autodeclararon como estado independiente con una armada de 12 personas. Si caminan unos metros van a ver la Consitución escrita en la pared en varios idiomas. Cada loco con su tema.

martes, 20 de marzo de 2012

Almost deported


(Noviembre de 2011) “Pablo, se me ocurrió una idea genial!!! Los españoles tienen una promo para ir desde Barcelona hasta el Valle de Nuria ida y vuelta por solo 31 euros. Nos sacamos un hostelcito por allá y nos vamos a pasear por el pueblito”. Esas fueron las palabras de Seba, mi amigo Argento que vive en Barcelona desde hace más de 10 años. Eso me lo dijo hace unos 4 meses, cuando por mi cabeza pasaban 800 cosas menos lo que iba a hacer en Barcelona, pero como confío en su espíritu aventurero le dije “Vos dale para adelante, reservá todo, y allá vemos los detalles”.
Finalmente el día llego. Era una fría mañana de comienzos de marzo. No llegaban a ser las 7 de la mañana, por lo que el sol todavía ni se asomaba y teníamos que acelerar el paso cada vez más para generar calor. Llegamos a la estación de tren, compramos el famoso billete de promoción en unas máquinas expendedoras y bajamos al andén. El viaje en tren sería de una hora y media hasta una estación en el medio de la nada, y desde allí tomaríamos otro tren “cremallera” que nos dejaría en nuestro destino final, el Valle de Nuria, a 1900 metros de altura.
El primer tren no era nada del otro mundo. Por supuesto que no era como viajar en el Sarmiento pero cuando uno habla de los “trenes de Europa” nos imaginamos (o por lo menos yo imagino) trenes super futuristas, que van a 700 km por hora, con Wi-Fi de ultra mega alta velocidad, donde podés cargar tu computadora personal, también, ¿porque no? un mozo vestido de frac que nos ofrece bebidas calientes complementarias y masitas secas. Bueno, esos trenes, por lo menos en España son los menos. Hay uno que une Madrid y Barcelona (sin mozo), quizás hayan más, pero este era más bien medio pelo.
Más o menos transcurrida la hora de viaje, mi amigo y yo estábamos ya bien despiertos hablando de boludeces (¿que otra cosa vamos a estar hablando?) con nuestro acento Argento-Rioplatense que, como veníamos hablando a los gritos, se escuchaban desde el otro vagón. En eso, dos flaquitos se nos ponen al lado y nos miran. Nosotros seguimos con lo nuestro cuando de repente el más petiso de los dos se nos acerca en forma acelerada, pela una chapa a lo CHiPs y dice “Policía, documentos”. Epa…
Jamás saco el pasaporte de mi hostel, mucho menos para viajar en tren dentro del mismo país. Solamente lo uso cuando voy a volar y no tengo ningún otro documento europeo que demuestre que no soy un ilegal que entró en un cargamento de bananas. Por suerte ese día tenía el pasaporte encima. Mi amigo le da su ID y yo el pasaporte. El rati lo mira, recorre todas las páginas, vuelve a mirar la foto, me mira, recorre las páginas nuevamente, se fija cada uno de los sellos que tengo y me pregunta “¿Esto es lo único que tienes?” a lo que le contesto “¿Debería necesitar algo más?”. Como aprendimos en el programa del Chavo, no se debe responder a una pregunta con otra pregunta, pero el poli insistió “¿Hace cuánto que están en España?”.
Le respondimos y le pasa mi pasaporte al otro muchacho que estaba atrás observando la situación. De nuevo recorre todas las páginas del pasaporte y se comunica con alguien por radio y empieza a pasar mis datos: “Charlie, Oscar, Lima, Alpha…..”. “Mmmmm esto no tiene buena pinta” pensaba yo. Ya me imaginaba la humillación de salir esposado del tren, solamente por haber hablado con mi acento Argento, me imaginaba a mi pobre mochila azul, sola, tirada en algún rincón de una comisaría catalana extrañándome. Imaginaba como se reirían todos ustedes al escuchar la historia. En fin, nada pasó, nos devolvieron los documentos y los muchachos siguieron su camino.
Llegamos a nuestra estación. Si por la mañana habíamos sentido frío, esto era freezer. A los 5 minutos ya extrañaba el clima mediterráneo. Tuvimos que esperar una media hora hasta la partida de nuestro tren de cremallera. Más de ustedes se preguntarán ¿Qué carajos es un tren de cremallera? Bueno, la respuesta ya la deben saber, pero quizás no con ese nombre específico. Es un tipo de tren que además de tener las 2 vías, tiene una cremallera con un engranaje en el medio que le permite “trepar” la montaña y no resbalarse en el intento. Este tren trepaba unos 1000 metros, desde los 900 sobre el nivel del mar hasta los 1900. (más info en http://es.wikipedia.org/wiki/Ferrocarril_de_cremallera).
Al llegar a nuestro destino nos dimos cuenta que deberíamos haber hecho un poco más de investigación al decidir ir a este lugar. Por lo menos para elegir mejor nuestra ropa y llevar algo más adecuado. No había ningún pueblito en las montañas, ni bosques para caminar ni ríos ni animales silvestres. Nos encontramos en el medio de un centro de esquí (el centro, Valle de Nuria, por supuesto) donde lo único que se podía hacer en ésta época del año, era esquiar. Nuestro amigo Google nos habría hecho las cosas mucho más fáciles, pero decidimos lanzarnos a la aventura y ésta vez no nos salió del todo bien.


 Para llegar al albergue que habíamos reservado era necesario subir con una telecabina que hacía su último ascenso a las 17:30 por lo que a partir de esa hora éramos presos en ésta pequeña cabaña en el medio de las montañas. El primer día hicimos poco y nada. Dimos un par de vueltas, dormimos unas siestas para cargar las pilas y salimos a ver si había más gente por ahí. Nuestros compañeros de aventuras eran unos pendejos de entre 8 y 10 años. Debía haber más o menos 70 pero hacían ruido como si fueran 150. Cuando la noche cayó se me venían flashes de la película “El Resplandor” e imaginaba a un loco con un hacha persiguiéndolos. Comimos una cena más o menos decente y como buenos chicos que somos, a las 11 pm ya estábamos en la cama.
Como ya detallé, la única actividad que se podía hacer era esquiar, por lo que al día siguiente alquilé equipos, compré el forfait y me lancé a las pistas. Cabe destacar que yo no tenía idea de que estaba yendo a un centro de esquí, ni siquiera sabía que iba a caminar todo el día en la nieve y en el hielo por lo que no tenía ni la mitad de la ropa que hubiera necesitado. Mi campera de esquí estaba en Hungría. Mis pantalones de esquí en Argentina. Pero un Argento por Europa se la rebusca, si no hay medias térmicas te pones 2 pares de las normales. Si vas a esquiar en jean, procurá no caerte y listo (para no mojarte y congelarte). Si no tenés cuellito….bueno, preparate para estar refriado al día siguiente, pero hay que dejar de mariconear y animarse a más.
Comencé a calentar las piernas en la pista de principiantes, como pueden ver en el video y si bien al empezar el día pensé en no hacer pistas rojas para evitar lesiones, a la media hora ya estaba aburrido del poma y de bajar en 10 segundos, así que me acerqué a la aerosilla que llevaba hasta la cima. La telesilla estaba parada. Miro a la cabina y sale el viejo que la operaba. Se saca las lagañas, me saluda y le pregunto “¿Está andando?”. “Si no hay nadie, no la prendo….”, me contesta. “¿Por mi la enciende?”. Me miró de arriba abajo y sin parecer muy convencido me dice: “Mira que está fresco arriba, te vas a cagar de frío. Además está todo lleno de hielo y hay 2 máquinas pisa nieve rotas. Si quieres sube, pero avísame cuando bajas así se que no te tenemos que ir a buscar…”.


Le sonreí y me subí a la silla. No se si me tiró todo ese sermón porque no quería encender la silla o si realmente estaba tan complicado. Arranca la máquina y me grita “¡¡¡Ten cuidado arriba tío!!!”. Pffff. Ayer me querían deportar y hoy me quieren mandar de vuelta a Argentina en un cajón. Tenía razón con lo del frío y el hielo, pero no era nada del otro mundo, simplemente seguía su instinto de evitar trabajar (cuando lo único que tiene que hacer es mover una palanca para accionar la silla). Una vez arriba, después de pasar la parte más complicada llena de hielo y árboles, llegué a donde se dividían los caminos para ir a las distintas pistas. El flaquito me dijo que tomara la pista 6, porque en las otras estaban las máquinas varadas. Saque el mapa de mi bolsillo y cuando lo desplegué, el viento no me dio ni un segundo para ver cual era la pista 6. El mapa fue arrancado de mis manos y solo me quedó un pedacito de la esquina superior izquierda, justamente desde donde sostenía el papel. Ups….
La experiencia estuvo bastante buena pero mi falta de equipo se hizo sentir y no podía hacer más de dos subidas y bajadas sin parar un rato dentro de un refugio para no congelarme. Hasta que el frío y el hecho de que mi amigo no esquiaba y se estaba embolando me llevaron a devolver los equipos y regresar a Barcelona por la tarde, deshaciendo el mismo camino que hicimos. Valió la pena haber esquiado en los Pirineos por primera vez, más que nada sin tener ninguna expectativa de ello al salir el día anterior. Nunca está de más hacer un poco de ejercicio y sumar un par de kilómetros de pistas esquiadas. Pero por más bueno que está tirarse a la pileta así de una, primero hay que cerciorarse de que tenga agua.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un poco de meditación y más gastronomía madrileña

Tengo tanto para contar que no se por donde empezar. Todo el tiempo estoy pensando “esto tiene que ir a parar al blog”, a veces escribo una nota en el celu o en un papel pero el tiempo es tirano, especialmente cuando uno está lejos de casa y si ni siquiera tengo unas horas para dormir, mucho menos voy a tener para escribirles. Estoy tentado de saltear varias experiencias e ir directamente a lo sucedido hace pocos días, pero voy a tratar de seguir el orden cronológico de los hechos y de ponerme al día durante la próxima semana.
Me encuentro en el aeropuerto de la ciudad de Varsovia (Polonia). Un pibito indio acaba de chocar un carro porta equipajes con el que estaba jugando contra los asientos de chapa de la sala de espera. Se colgó mirándome (o mejor dicho escuchándome) mientras hacía sonar mi pañuelo, resultado de las temperaturas bajo cero a las que estuve expuesto durante estos últimos días en Vilna. Seguramente el cuerpo humano está preparado de una forma u otra para resistir el cambio de 38 grados a -10, pero sin lugar a dudas estos casi 50 grados de diferencia fueron demasiado para mi sistema inmunológico Argento y algún virus lituano se filtro en mi torrente sanguíneo.
Hoy me desperté pensando en el tiempo. Tranquilos, no es un divague, ayer solo consumí dos cervezas pero este concepto está fijo hoy en mi cabeza y todo a mi alrededor se relaciona con él. Al hostel llegó un flaco hace dos días que estaba desde que se levantaba hasta que se acostaba con la computadora. Yo pensaba: “que pérdida de tiempo”. Viendo el mapa de Lituania y todos los lugares que me recomendaban visitar, siempre contestaba “no tengo tiempo”. Analizando el mapa de Europa, tratando de armar un itinerario que optimice el “tiempo” en cada lugar, la ruta, el “tiempo” de viaje, el costo y el clima (en ésta época del año hay que prestarle atención a eso) me di cuenta que desgraciadamente no alcanza una vida para recorrer el continente, y mucho menos todo el mundo. Hay gente que se acerca bastante dedicando años de su vida a viajar sin cesar, con una sola mochila, el presupuesto super limitado, cosechando arroz para ganar unos pesos y bañándose solo cuando llueve. ¿Yo quiero hacer eso? No.
El tiempo, en caso de existir, es relativo para cada uno de nosotros. El tiempo siempre está allí, el tema es como lo organizamos. Decir “no tengo tiempo” es no sentarse lo suficiente a pensar y priorizar nuestra acciones y decisiones. Me doy cuenta que para mi el tiempo pasa demasiado rápido. Más allá del parecido físico, no soy como el Richard de Lost a quien el paso del tiempo no lo afecta, todo lo contrario, cuando miro hacia atrás siento que todo pasó mucho antes de lo que realmente sucedió. Todavía no tengo ni tres semanas en Europa pero para mis sentidos estuve acá hace un año. Siento que a todos ustedes que leen los ví por última vez hace años y esta sensación desaparece en el momento exacto que los veo de nuevo, siendo reemplazado por un sentimiento de “nunca me fui”.
Se que este divague no les interesa a todos los lectores. A ellos los invito a avanzar rápidamente un par de párrafos para continuar con las experiencias que viví en Madrid. Para el resto que quiere continuar leyendo les comento que todo eso que relataba en el primer post del año 2012, hace 2 semanas, se mantiene exactamente igual. Desgraciadamente no encontré la motivación para seguir adelante. En pocos días llegué a revivir unas cuantas experiencias negativas que me desmotivaban desde un principio a las cuales se agregaron unas nuevas. Además, este paso acelerado del tiempo me hace sentir que estoy siendo aquejado por meses enteros y no días. 
Estoy convencido de que esto es una señal para poner en la balanza todo lo vivido hasta el momento y reconsiderar dónde quiero estar, que quiero hacer y con quién compartir mi “tiempo”. Aunque la decisión afecte solo al corto plazo. Creo que lo más importante es hacer lo que uno quiere y estar donde uno se siente más cómodo y querido. Eso no significa que volveré a Buenos Aires la semana que viene, pero definitivamente no será en diciembre. En fin, el argento ahora está en Europa y de momento está disfrutando al máximo. Ahora sí, lo que me quedó colgado sobre la capital española. 
Empecé mi recorrida en la Plaza España en la que se erige un monumento a Cervantes y hay una fuente bastante decente para hacer unas buenas fotos. Fue mi primer contacto con la parte turística de Madrid y me llamó la atención la cantidad de turistas, más que nada para ser febrero. Había una pequeña feria con productos españoles a precios absolutamente turísticos y también muchas baratijas chinas, también a precios bastante inflados. El aroma de la plaza era sugerente. Olor a asado argento. Mi olfato me dirigió a la mega parrilla que pueden ver en la foto, pero no caí en la tentación y decidí guardar mi apetito para probar las típicas comidas españolas de varios pasos.
 Caminé hacia el sur, pasé frente al Palacio Real y doblé a la izquierda en la calle mayor, en dirección a la Plaza Mayor. Pero antes de llegar el hambre pudo más, así que me metí en uno de los miles de callejones y caí en un barcito para nada turístico que ofrecía un menú de dos platos por €8.50. Me senté en la mesa del fondo y el mozo se acerca con un anotador. Me empieza a relatar a toda velocidad el menú del que sólo entendí y retuve en la mente las últimas opciones. Primer plato “patatas con costilla” y segundo plato “albóndigas con salsa”. Mientras movía mi cuerpo intentando hacer algo de espacio para lo que vendría, el mozo me revolea un cacho de pan (primera foto).
 Al cabo de pocos minutos llega el primer plato (segunda foto). Como pueden ver ni siquiera pellizqué el pan, más que nada porque sonó como una piedra al caer sobre la mesa. El plato no presentó mucha dificultad, pero al finalizar admito que me sentía satisfecho. Cuando liquidé la última patata el mozo se apresuró en retirar el plato y presentarme, ahora sí, con el desafío de la tarde (tercera foto). 

No voy a relatar en detalle la batalla, sino el post se haría eterno, me voy a remitir a comentar que cuando me ofrecieron el postre miré al gallego asustado y le dije “no no, solo un café por favor…y chico"
El almuerzo me dio fuerzas suficientes para recorrer el resto de Madrid de un tirón. Llegué a la Plaza Mayor, uno de los lugares más importantes de Madrid. En éste lugar pasó de todo: hubieron mercados, corridas de toros, ejecuciones públicas, la gente se reunía porque sí, en fin…hoy en día se venden todo tipo de artículos relacionados con la cultura española, hay muchísimos bares y restaurantes (carísimos, por supuesto), artistas callejeros y pungas. Es un muy buen lugar para hacer fotos y videos:



Antes de llegar, les recomiendo darse una vuelta por el mercado San Miguel. Es chiquito y está armado más que nada para turistas, pero tiene una onda muy palermosa, lleno de comidas y bebidas típicas españolas y está muy bueno para dar una vuelta por lo menos (como hice yo) o si van con más gente y encuentran un lugar par sentarse, pueden comer algo (pero de nuevo, los precios son bastante exagerados).



La recorrida sigue por calle mayor hasta llegar a la Puerta del Sol. Se llama así porque en una época estuvo ahí una de las puertas de la muralla que rodeaba la antigua ciudad de Madrid. En este lugar se encuentra el reloj con el que los españoles se guían en la cuenta regresiva de año nuevo, está la conocida estatua del oso con el árbol de Madroño (también presente en el escudo de España), es el kilómetro 0 de las rutas españolas y está lleno de estaciones de metro y trenes. Es hoy en día un lugar de encuentro, ya que está ahí no más de una zona de bares bastante interesante.








Si siguen caminando en la misma dirección van a llegar  al parque del buen retiro. Fue creado como un parque real y hoy en día es un parque público, creo que el más grande de Madrid. Tiene varias esculturas, entre ellas la del ángel caído y la casa de cristal, donde se muestran distintos tipos de exhibiciones. No soy un entendido de arquitectura pero en algún lado decía que esta casa de cristal era sumamente interesante porque fue la primera en ser construida con éste estilo. Si uds entienden…me avisan. Lo más lindo del parquecito es su lago, donde pueden alquilar botecitos y pasear toda la tarde remando un poco. Eso si, ojo con las fuentes porque tiran agua bastante lejos y vi a más de uno al que se le inundó la canoa cuando se acercó demasiado a las fuentes. Además, no se porqué, pero aparentemente en éste país, la tradición es que remen las mujeres, mientras los hombres se rascan el higo, como podrán ver en el siguiente video:



Madrid es enorme y tiene miles de secretos en cada rincón. Desgraciadamente yo no conocí nada. No les voy a mentir diciéndoles que soy el gran conocedor, tuve una idea muy general pero me faltó caminar muchísimo. Ya volveré en algún momento, quizás con algún otro argento para hacer más ameno el viaje, porque viajar es genial, pero compartirlo con alguien más le da un gusto totalmente diferente.