Amigos! Han pasado dos semanas desde mi último post
y, contestando la pregunta de varios de ustedes: No, no me han deportado sino
que estas dos semanas fueron las más intensas del viaje, demasiado para hacer
en poco tiempo, muchos festejos por mi cumpleaños (siempre mi cumple, pero
festejado varias veces en distintas ciudades), turisteando y bueno, también hay
que dormir. Recién ahora tengo unos pocos minutos para seguir relatando mi
viaje.
Luego de Lituania tuve que regresar una semana a Hungría para cerrar
unos temas pendientes (léase recuperar un mate, bombilla, termo y paquete de
yerba que dejé allí). Tomé un vuelo de LOT, la aerolínea Polaca y volé hacia
Budapest, realizando una escala en Varsovia, donde aproveché a escribir las
primeras líneas del post “Un poco de meditación y más gastronomía madrileña”.
Un vuelo sin problemas ni demora que si bien no era “low cost” (más bien todo
lo contrario) no me dieron ni un sándwich por lo que al llegar a Budapest solo
podía pensar en comer alguno de esos platos que tanto me habían enamorado 8
meses atrás.
No les voy a contar en detalle toda mi semana allí porque básicamente lo
que hice fue encontrarme con amigos, dar vueltas por la ciudad, el castillo,
comer comidas típicas (como los alucinantes kürtőskalács hagan click acá para ver en un video como lo hacen) y visitar algún que
otro lugar que me había quedado pendiente del año pasado. Bueno, y como dije,
también recuperar mi equipo de mate, por supuesto. Esto me llevó a visitar por
unas horas la ciudad de Jászberény, donde estuve viviendo casi 6 meses el año
pasado. Muchos de ustedes me preguntaron como era la ciudad, que se siente
vivir allí y todas estas preguntas estaban respondidas en un borrador del año
pasado de este blog que nunca salió a la luz por una razón o por otra. Así que
voy a desempolvar esas líneas, completar un poco la información y agregarle las
sensaciones de ésta última visita. El post original (escrito más o menos en
marzo de 2011) decía algo así:
Con mi valija y mis dos mochilas llegué a Londres sin tener bien claro
que iba a hacer mientras buscaba trabajo, ni donde iba a vivir ni con quién.
Las cosas se fueron acomodando lentamente, como habrán estado leyendo, y al
cabo de una serie de entrevistas me fui dando cuenta de lo que NO quería y al
mismo tiempo fui conociendo gente nueva, con diferentes ideas y puntos de vista
que me enriquecieron de formas que jamás hubiera logrado quedándome en mi casa
mirando la vida pasar por la ventana.
Un día recibí un llamado que me proponía un proyecto corto en Hungría,
en Budapest. A esa altura ya estaba un poco cansado de viajar (nota de abril
2012: ya estaba cansado en ese momento, imaginen ahora…), necesitaba la
estabilidad de un trabajo, una pequeña rutina como de la que escapé en Buenos
Aires, pero que al mismo tiempo alimentara un poco el bolsillo para seguir
viajando cuando volvieran las ganas. Para serles sinceros, nunca supe mucho de
Hungría, pero lo poco que sabía me interesaba así que en ese mismo momento
acepté el trabajo, compré el pasaje aéreo y el fin de semana siguiente estaba sufriendo
los eventos relatados acá y acá.
Al llegar a Hungría, el taxista en lugar de conducir hacia la ciudad, tomó
la autopista en dirección oeste. Por suerte el conductor hablaba algo de inglés
y cuando le pregunté hacia a donde íbamos, me mostró una dirección escrita en
la ciudad de Jászberény. Así de sorprendido me quedé. Desde ese mismo momento, y
por lo menos por tres meses dejaría de lado las grandes urbes como Buenos Aires
o Londres para empezar a vivir en una pequeña aldea en el medio del campo húngaro.
Pero en fin….si recuerdan todo lo que me tocó vivir ese fatídico domingo, el
cansancio me ganaba la pulseada y me quedé dormido en el taxi.
Ahora a casi tres meses haber llegado a esta ciudad, creo que es el
momento oportuno de hacer una pequeña reseña, por si en algún momento de sus
vidas vienen a parar acá; evento altamente improbable ya que la ciudad tiene
muy poco que ofrecer para los turistas.
Jászberény (la pronunciación sería algo como “iaasbereeñ”) es una
diminuta ciudad del condado Jász-Nagykun-Szolnok en el
centro de Hungría. Está a unos 100 km de Budapest y las ciudades importantes
que están cerca son Hatvan y Szolnok. Cuando empecé a aprender los números en
húngaro me di cuenta que hatvan significa 60 y esto no es casualidad, la
estación de tren de Hatvan está exactamente a 60 km de la estación central de
Budapest (Keleti). Un nombre muy original como podrán apreciar.
La ciudad
fue fundada alrededor del sigo 13 por una tribu que provenía de Irán llamados
los “Jász”. El húngaro es el quinto idioma más difícil de aprender en el mundo
por los tiempos verbales que tiene, las formas de armar las oraciones, los mil
quinientos sinónimos que existen y porque no se parece en nada al resto de los
idiomas en el planeta. Los asentamientos en Hungría provinieron del centro de
Asia por lo que hoy en día solamente se pueden encontrar palabras similares en
un idioma hablado por los Kazahs, una tribu turca que vive por la zona de los
países asiáticos que terminan en “…tán”. De yapa, un video mío hablando en húngaro
(nota abril 2012: el vídeo es de febrero de 2011, mi húngaro ha mejorado
considerablemente…o eso quiero creer):
El
pueblito en cuestión tiene solamente 28.000 habitantes que desaparecen
alrededor de las 19 horas, como pueden ver en el siguiente video:
Durante
el gobierno de los Habsburgos la gente local tenía que pagar altísimos
impuestos a Austria, por lo que decidieron unirse para lograr su independencia
por medio del “Acto de redención”. Durante los años comunistas se construyó una
cárcel en el centro de la ciudad que ahora ha sido remodelada y alberga varios
negocios y un centro de fitness (al que voy yo) llamado börtönudvar (Börtön =
cárcel, nudvar = patio). Así es, entreno donde antes entrenaban los reclusos
anticomunistas.
En el centro
de la ciudad, en frente a la ex-prisión se encuentra la iglesia principal, “la grande” como la llaman los locales o “la
ruidosa” como la apodamos cariñosamente los del laburo. Tiene un molesto
carillón que toca siempre la misma canción al dar la hora y la media hora. Lo
peor de todo esto es que dura unos 5 minutos y la iglesia está a sólo 40 metros
lineales de mi hotel. Por suerte este instrumento diabólico, irónicamente
situado en la casa de Dios, deja de tocar alrededor de las 22 horas lo que nos
permite dormir, pero arranca nuevamente a las 6:30 am! Y yo no necesito
despertarme hasta las 7:15!! La mayoría simplemente se resignó y se levantan a
las 6:30, salen a dar una vuelta, leer las noticias, desayunar con más tiempo,
etc etc. Imagínense como será del ruido que se escucha desde la oficina a 4 km,
si el viento sopla para ese lado.
Si bien
es pequeña, la ciudad es importante para los húngaros, y casi toda la gente de
otras ciudades con la que charlo la conoce. No se exactamente porqué, quizás es
por el festival que se realiza en verano, por la fábrica en la que yo trabajo o
porque según cuenta la leyenda, los restos de Attila el Huno están en algún
lugar de esta ciudad.
La ciudad
vive casi en su totalidad de la fábrica en la que yo trabajo, y los que no
trabajan directamente allí lo hacen indirectamente brindando servicios a los
miles de trabajadores de la planta. Muy poca gente tiene actividades no
relacionadas con esto y en su mayoría se concentran en actividades rurales, ya
que la ciudad, como pueden ver en las fotos está rodeada de campos. Además de
campos hay unas lagunas así que apenas empezó a asomarse la primavera, pedí
prestada una bicicleta en el hotel, empaqué el mate en mi mejor compañera y me
fui a tomar unos matecitos al costado del agua.
(De aquí
en adelante, escrito en abril 2012)
La vida
acá tiene otro ritmo. La gente se levanta bien temprano, van caminando o en
bicicleta a sus trabajos (aunque todos tienen auto para huir de la aldea cuando
se aburren), los colectivos urbanos casi no existen. Apenas vuelven de trabajar
en la fábrica (a eso de las 7 pm) comen una cena y a las 10 pm ya están en la
cama. Como creo que ya les conté, esto implica que después de las 8 pm
aproximadamente los restaurantes cierran las cocinas y solamente sirven
bebidas, por lo que los primeros días que fui al gimnasio sin ser conciente de
esto tuve que cenar un yogurt y un paquete de galletitas comprados en el
negocio de 24 hs.
Casi no
hay vida nocturna. La gente se concentra en los “söröző”. Sör significa cerveza
así que la traducción sería “lugar donde venden cerveza”. La onda de estos lugares
es mínima, la gente va más que nada para emborracharse, la birra es bastante
barata. Yo fui sólo a dos. Uno que tenía cierto ambiente setentoso, como tomado
de alguna película yanqui en el que el pobre protagonista se pierde en algún
pueblo de Omaha. Sin embargo parece que no era muy popular entre los locales ya
que cerró al poco tiempo. Luego fui a otro ubicado en un sótano de una casa,
que le daba una onda clandestina, donde el dueño de casa iba a buscar las
bebidas a su propia heladera. Había un metegol y una rock-ola pero no me
motivaron lo suficiente como para regresar.
Lo más
divertido que hice en las noches de invierno (cuando todo solía estar cubierto de
nieve) era ir al supermercado de 24 horas ubicado en las afueras de la ciudad,
dar un pequeño paseo por adentro para acumular calor entre la campera y la
piel, comprar una cerveza y tomarla afuera, al aire libre, enterrándola de vez
en cuando en la nieve para que conservara el frío como si fuera necesario,
mirando a las estrellas y pensando que estaría pasando en ese mismo momento en
Buenos Aires.
Si bien
al principio fue difícil adaptarme a éste nuevo de vida, eventualmente lo hice
y a aprendí a disfrutarlo. Llegué a no extrañar tanto la gran ciudad que había
dejado atrás, sobre todo cuando llegaron la primavera y el verano en los que
esa fría y desértica aldea que ven en el video se convirtió en un pueblo lleno
de vida, con gente colmando los cafés, heladerías y formando colas de autos en
los semáforos, como si todos sus habitantes hubieran terminado de hibernar.
Al
regresar este año todavía la primavera no se hacía sentir del todo y recordé
las sensaciones de los primeros días, que por el sólo hecho de haber pasado
hace bastante tiempo (más de una año ya), movieron un poco el corazoncito de
éste Argento que les escribe. Preparé un video con el momento exacto en el que
llegué a la ciudad, para que la vean con sus propios ojos como la veía yo todos
los días al volver del trabajo. Espero que les guste:
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