Además, como la mayoría sabrá, Irlanda queda del otro lado del mar irlandés lo que significa que el bus se sube a un ferry. Más aún, tanto Liverpool como Dublin están casi sobre el mar por lo que el viaje en bus es mínimo, casi todas las 8 horas de viaje serán integras arriba del barco por lo que cada vez se desvanecen más mis esperanzas de pegar los ojos esta noche.
Cuando estaba a punto de comprar el pasaje se me ocurrió mirar el mapa y descubrí que Liverpool estaba “ahí no más” de Dublin, del otro lado del mar. Todo cerraba, no tengo trabajo, puedo visitar la ciudad de los Beatles y de paso divido en dos el viaje en bus infernal y no necesito ninguna cirugía reconstructiva para mi columna vertebral. Finalmente, para complicar un poco más el asunto encontré un pasaje en tren Londres – Liverpool exclusivo para argentos, solo £16, 2 horitas de viaje pero salía de la estación Euston de Londres a las 5:27 am.
El martes pasado por la noche me investigué los recorridos y horarios de los mundialmente odiados night buses londinenses. Yo vivo en South London y Euston queda más bien para el norte, no son grandes las distancias pero calculé que para llegar a las 5:00 (horario apropiado en caso de imprevistos) tenía que salir de mi casa a las 3:45. El mayor problema no es el sueño ni el viaje de casi 2 horas para tomar un tren de casi 2 horas, sino que para esta semana anunciaron temperaturas alrededor de los 0 grados y nevadas en el norte del país.
En fin, no tiene sentido que les diga una y otra vez el frío que se sufre acá, simplemente asúmanlo y si llega a hacer más frío aún, les aviso. El tren fue mejor de lo que esperaba. Ningún camarero a bordo ni wi-fi, ni tele pero los asientos eran bastante cómodos, algunos con mesas para apoyar tu notebook y el café y lo más importante, buena calefacción. Lo más asombroso, como pueden ver en el video, es que el tren es 100% “touch” como pueden apreciar en el video. Para abrir las puertas apretás un botón, la puerta del baño parece la del Enterprise, hasta los baños son futuristas, ni Gene Roddenberry se los hubiera imaginado así.
Después de unas pocas paradas y de una requerida siesta, casi a las dos horas de viaje, empiezan a verse los primeros indicios de estar llegando a una ciudad importante. El tren entra en un enorme canal con paredes de unos 15 metros de altura y en unos pocos minutos llegamos a la estación Lime de Liverpool. Esta estación está situada sobre la calle con el mismo nombre y al pisarla ya nos estamos metiendo en nuestro primer “punto Beatle”. Como Uds. sabrán (sino lo saben ahora), la canción Maggie May hace mención a ésta calle. Al levantar la cabeza me reciben los fab4 como pueden ver en la foto. Esta ciudad vive claramente de y para los Beatles.
Prendo mi GPS para orientarme y me dirijo lo más rápido posible al hostel. El cansancio de caminar con las dos mochilas, de levantarme a las 3 am y el frío polar de la mañana Liverpoolense estaban atentando contra mis ganas de turistear y más bien me estaban pidiendo un desayuno inglés como el de la llegada a Edimburgo. En el hostel me llevé la grata sorpresa de que tenía el desayuno incluido y como era temprano hasta podía encontrar algo de comida….justamente lo que estaba buscando, comida gratis en el momento indicado.
La habitación era de lo más normal. Al entrar me recibe un indio que desayunaba hablando por Skype con sus padres al mejor estilo Koothrappali. Me saluda con una sonrisa y me advierte que no use la cama de abajo porque ya la tiene reservada un gato que se cuela por las noches desde hace ya bastante tiempo y nadie cambia las sábanas. ¿Y si cierran la ventana no es otra posible solución? Cierro la ventana, cambio las sábanas y me instalo en la cama de abajo, si algún gato me quiere hacer compañía…acá lo espero.
Ese día tenía la reserva para visitar las casas de la infancia de John Lennon y Paul McCartney. Las casas fueron vendidas un par de veces, algunos de sus dueños jamás se enteraron a quien pertenecieron y finalmente fueron comprados por personas conscientes de su valor musico-histórico. Por ejemplo la de John Lennon fue comprada por Yoko Ono que según los guías suele pasearse por ahí de vez en cuando. ¿Quien sabe? Quizás hoy nos abre ella la puerta y nos invita a tomar el té. Los actuales dueños le encomendaron a National Trust el mantenimiento de las casas y ellos por medio de fotos, testimonios y suposiciones acomodan las antiguas moradas de lo músicos de la forma más parecida a cómo eran en su momento. Si, leyeron bien, las casas son originales pero lo de adentro está “ambientado”, son cosas similares a lo que “supuestamente” había cuando los Beatles vivían ahí. No digo que este mal ni lo estoy criticando, solo que cuando vean una caja de porotos no pienses “Uh…John comió esos porotos”. Hasta suelen mostrar fotos y nos invitan a compara lo que vemos en las fotos con la apariencia actual de la casa para comprobar que es bastante parecido pero no igual. No se decepcionen que la magia sigue ahí.
Obviamente que todo esto no es gratis y el paseito sale unas buenas libras, pero vale la pena. El tour empezaba a las 12:30 y por más que estiré el desayuno gratis, a las 9:30 ya estaba libre así que empecé la turisteada por el puerto de Liverpool, cerca desde donde sale el tour. No hay mucho que comentar, una foto vale más que mil palabras y un video 25.000 por cada segundo de duración. Liverpool tiene una rueda parecida al London Eye, pero más chica y un poco menos absurdamente cara, que de todas formas no subí y un megasalón multiusos en el que entran no se cuantas miles de personas en el que el tocó alguna vez el mismísimo Paul McCartney.
A las 12 se acabó el sufrimiento de hacer tiempo al aire libre y entré al hotel desde dónde parte el tour. Ahí conocí a otro Argento por Europa haciendo un viaje express a Liverpool aprovechando los viajes Low Cost de Rayanair. El tour comenzó en Mendips, la casa dónde vivió Lennon su adolescencia, donde se juntaban los Beatles las primeras veces y donde nacieron sus primeros hits. La verdad que no me considero super fanático de los Beatles pero a mi me resultó una experiencia impactante.
Creo que si no te gustan los Beatles, si vas a Liverpool te rompen tanto las pelotas con estos 4 que los terminás odiando y rompés la radio la próxima vez que pasen una canción. Si te gustan pero no sos Badía, como es mi caso, te terminás identificando con alguno de ellos o todos, sentís lo que sintieron, ves como fueron creciendo, te das cuentas por las presiones que pasaron y lo mucho que se diviertieron y te volves de Liverpool queriéndolos más y hasta admirándolos, como es mi caso. Y por último, si sos un mega fanático seguramente te vuelvas contento pero un poco decepcionado, porque se ve todo un poco desordenado, a veces por arriba, sin poder detenerte lo suficiente en lo que te gustaría.
La visita a la casa de Lennon fue algo mágico, repito que no soy super fan de los Beatles. Pero estar en el jardín donde John jugaba, ver los Strawberry fields, entrar a su cuarto que casi no fue modificado, pensar que ahí se juntaban y escribían los hits que hasta hoy reconocemos como joyas musicales, es muy fuerte. Me paré en la ventana de John y miré hacia la calle, como lo habrá hecho él mil veces (y también los miles y miles de turistas que visitaron la casa) y sin quererlo se me creó una especie de conexión que causó que al salir de ahí me aumentara el interés en la banda. Ya me habían advertido que iba a pasar y pasó.
Los dejo con la intriga de cómo sigue mi conexión Beatle porque el post se me hace muy largo y hace mucho que no subo nada. Adiós!