viernes, 3 de junio de 2011

Una visita inesperada a Turquía


Luego de visitar el túnel de la libertad regresé al centro de Sarajevo con mis dos compañeras de viaje, la de siempre (mi mochila) y la muchacha canadiense que había conocido 2 horas antes. Bajo la lluvia incesante empezamos a familiarizarnos con la ciudad, sus calles, su gente, sus olores, colores y sonidos. Caminamos a lo largo del río hasta encontrarnos en el Puente Latino. A simple vista el puente no presenta nada particular, sino que tenemos que saber un poco de historia o simplemente leer el cartel explicativo. En ese mismo lugar, el 28 de junio de 1914 fue asesinado Franz Ferdinand, heredero al trono del imperio austro-húngaro.

Como ya comenté en mi post “Welcome to Buda-Sex”, este asesinato no fue uno más. Austria y Hungría le declararon la guerra a Serbia, Rusia se alió con este último, Alemania con Austria y así sucesivamente hasta que 70 millones de militares se vieron involucrados en la Primera Guerra Mundial. Así que en ese mismo lugar se hizo historia, porque a partir de este conflicto se fueron formando los países que conocemos hoy y se desarrollaron miles de tecnologías que hoy damos por sentado. Al estar embebidos por tanta historia visitamos un museo cercano sobre la historia de Bosnia y Herzegovina. Barato, chico, rápido de recorrer, con pocas explicaciones en inglés pero unas lindas maquetas y el lugar ideal para escapar de la lluvia.

Al salir del museo nos encontramos en la plaza principal de la ciudad. Sería bueno comentar que si bien existe el gentilicio “Bosnio” la gente se identifica como “Bosniak”, “Serbio” o “Croata” . Es algo raro, todavía no lo termino de entender, pero en el país coexisten tres etnias diferentes (como me sería explicado unas horas más tarde), además de haber musulmanes, ortodoxos, cristianos y judíos. Este quilombo es una de las razones por las cuales se desató la guerra en 1992. Si uds. hacen como yo y visitan los países de la región, van a notar que es gente totalmente diferente, comparten un poco el idioma, algunas costumbres, pero la gente en sí, las etnias, la manera de vestirse, el modo de vivir es distinto.

Bosnia y Herzegovina es un país musulmán, herencia de los turcos que invadieron la península balcánica en algún momento de la historia. En la plaza principal en la que nos encontrábamos podíamos ver por lo menos tres mezquitas. En el centro de la plaza hay una fuente que es uno de los símbolos de la ciudad. En casi todas las ciudades podemos encontrar cada tanto fuentes con agua potable pero ésta está un poco más decorada y rodeada de negocios vendiendo souvenirs inútiles con estilo turco y árabe. Pero ojo, no todos los negocios son inservibles, algunos venden típica comida turca y teniendo en cuenta que mi último alimento había sido un sándwich de “algo” comprado en Croacia en una de las innumerables paradas del micro, mi cuerpo pedía a gritos combustible para seguir.

No me costó mucho trabajo convencer a Katrina para hacer una pausa. Casi todos los países de la ex Yugoslavia comen carne o algo preparado con carne. Carne de vaca, como se debe. También usan pollo y en menor medida cerdo (en los países no musulmanes por supuesto). El viaje me viene perfecto para descansar un poco de la dieta basada en carne de cerdo a la que estoy acostumbrado en Hungría (más adelante explicaré porqué). En Bosnia podría decirse que uno de los platos más típicos es el “Burek”. Algunos dirán es un plato de Serbia, en fin se come en todos lados en la región.

El burek consiste en poner carne, vegetales o lo que sea adentro de una masa. Le dan una forma cilíndrica y lo fríen. Se vende por peso, es como comprar empanadas por kilo en lugar de docena. El lugar para comprar este tipo de comida se llama PEKARA que viene a ser algo como PANADERIA. Van a encontrar que venden también otro tipo de comidas que en esencia son parecidas al burek pero con diferente forma. También venden panes y algo parecido a las facturas aunque son más grandes y sirven más que nada para llenar el estómago y no el alma, no se disfrutan tanto. Algunas pekara venden pizza, sándwiches, bebidas y hasta café.

Caímos en un local con onda turca que vendía este tipo de comida. No tengo fotos ni videos del lugar, pero si del baño:

Después del almuerzo nos aventuramos un poco a recorrer la ciudad porque hasta el momento habíamos visto muy poco. Sarajevo está en un valle, o sea que esta rodeada por montañas. Desde cualquier lugar se pueden tomar fotos impresionantes…excepto cuando la lluvia no te da respiro. A lo lejos, en lo alto de una loma divisamos una casita interesante y mi compañera insistió en subir, prometiéndome que me iba a sacar fotos a mí y a mi mochila desde lo alto. A medio camino nos cruzamos con un enorme cementerio y me entretuve un poco sacando fotos ahí, tratando de que el cansancio y la lluvia convencieran a Katrina de que tenia poco sentido seguir subiendo y que era mejor volver al centro.

Para asegurar mi plan le digo “¿Te enteraste de que le recomiendan a los turistas no alejarse mucho del centro y de los caminos pavimentados porque todavía hay minas terrestres escondidas por ahí?”. Esto bastó para que me invitara a tomar un típico café turco al centro. Y las horas fueron pasando, la lluvia no. Un café, otro, charla, planificación para el día siguiente y mi primer día en Sarajevo fue terminando a medida que sentía el cansancio del viaje de la noche anterior.

El día siguiente nos levantamos temprano para visitar la Mostar, una ciudad en la parte de Herzegovina cuyo símbolo es un enorme puente de piedra que fue totalmente hecho bosta por Serbia durante el enfrentamiento armado. Pero para reconstruirlo no se utilizaron las actuales técnicas sino que se fueron hasta el fondo del río, recuperaron las piedras originales y lo volvieron a erigir en las mismas condiciones.

El viaje desde Sarajevo es de dos horas y media o tres, dependiendo del tránsito. Las rutas en esta parte del mundo son extremadamente peligrosas. Primero porque algunos caminos están en las mismas condiciones desde la guerra, se pueden ver las marcas de los tanques. Y segundo porque los conductores están totalmente desquiciados. Creo que el único país que vi hasta ahora con el que puedo comparar la forma de conducir es India. Para hacerlo más entretenido, el camino era de montaña y la lluvia seguía presente.

Al llegar a Mostar el panorama dio un giro de 180°. Las nubes habían desaparecido y el calor del mediodía se hacía sentir. El centro de la ciudad es muchísimo mas arábico o turco que Sarajevo. Las calles principales del centro histórico estaban plagadas de negocios vendiendo estupideces, locales ofreciendo café y delicias turcas, ropas, telas, banderas de Bosnia y Hercegovina, banderas de Turquía, remeras con “I <3 Turkey”, remeras del Barcelona con el nombre de Messi, narguiles, cigarrillos, etc etc.

Pero no era un mercado de barrio como los que suelen haber en estas ciudades Europeas, sino que era 100% hecho para los turistas. Puedo asegurar que este es el primer lugar de Bosnia y Herzegovina en entrar en la Unión Europea. Todos los precios están en Euros y según mi opinión, bastante inflados. No nos olvidemos de dónde estamos muchachos, no es la torre Eiffel, es un puente de piedra que si bien tendrá cientos de años de historia, la ciudad tiene eso para ofrecer y nada más.

Entramos en un restaurant para comer algo típico fuera del burek y demás junk food yugoslava. Tratamos de buscar un lugar con pocos turistas y encontramos el lugar perfecto con una sola mesa ocupada por cuatro personas que tenían cara de locales. El vocabulario inglés del mozo era de unas 30 palabras, entre las cuales por supuesto estaban los números y la palabra “euro”. La comida fue bastante buena, no demasiado cara y variada. Nos dijo “I show you eat Bosnian” algo como “Les voy a mostrar como se come en Bosnia”. Nos lleno el plato de diminutas porciones de 8 o 10 platos. Había algo como un estofado de carne, una cebolla rellena de carne y arroz, un vegetal verde también relleno de carne y arroz, más carne, otra porción de arroz, vegetales cocidos y para acompañar la clásica ensalada de la región: tomate, pepino y cebolla.

Totalmente satisfechos recorrimos la calle principal hasta llegar al puente de piedra. Nunca estuve en Turquía pero me sentí allí. El paisaje es bastante diferente a Sarajevo, montañas pero sin tanta vegetación, edificios viejos con las ventanas tapiadas con ladrillos, algunos sin el techo o con alguna pared en ruinas, casi todos los edificios muestran algo de lo ocurrido hace casi 20 años. Bajamos hasta el río y disfrutamos de las pocas horas que nos quedaban, ya que el último bus de regreso a Sarajevo salía temprano y yo no tenía intenciones de dormir allí.

Antes de volver un vendedor nos convenció de probar las “turquish delights” y como se pueden imaginar, es un camino de ida, jeje. Así que si andan por la región, hagan una parada en Mostar. Vale la pena visitarla, además que está muy cerca de la costa del Adriático y desde allí se puede ir a Split (Croacia) como hizo Katrina. Algunos tips que les pueden ser útil: la gente es más que buena onda, yo no lo podía creer. Muchas veces viajás a lugar y te dicen “Uh…la gente ahí es genial” y cuando llegás no notás nada diferente. Pero acá se siente, todos están ahí para ayudarte, le preguntás algo a cualquiera y si no sabe la respuesta, te dice donde encontarla. La gente no se te acerca para buscar una propina, sino porque te quieren ayudar, quieren que disfrutes o simplemente quieren charla. Para el viajero soltero: si el objetivo de su viaje es buscar novia, quédense en Eslovenia o Hungría.